Literatura y enfermedades
mentales. Son muchos los casos de escritores que han padecido algún tipo de
enfermedad mental, como fueron Robert E. Howard, H.P. Lovecraft, Yukio
Mishima..., o John Kennedy Toole.
Una madre desolada por el
suicidio de su hijo se planta frente a un escritor para darle el manuscrito de
su vástago. El escritor en principio no hace mucho caso pero un día,
obedeciendo a las insistentes llamadas de la desolada madre, comienza a leer
esas páginas mecanografiadas y no puede dejar la lectura hasta que lee la
palabra FIN. El libro titulado La conjura de los necios se publica en 1980 y el
autor recibe a título póstumo el premio Pulitzer del año 1981, triste final
para la historia si tenemos en cuenta que Kennedy Toole se suicidó ante las
continuas negativas que sufrió su novela en todas las editoriales a las que la
presentó.
En nuestra búsqueda de nuevas
vías hacia la enfermedad mental hemos considerado de gran interés el incluir en
nuestra página una breve recopilación de escritores, que aquejados en su
mayoría de un sufrimiento que hoy catalogaríamos -de manera acertada o no- como
enfermedad mental, nos han dado su propia, compleja y enriquecedora visión del
ser humano que sufre.
A continuación algunos célebres
autores con enfermedades mentales:
Leo Tolstoy
Guerra y paz y Ana Karenina
todavía se consideran obras maestras de la literatura rusa. Tolstoi escribió un
libro para poder explorar su propia tendencia a la depresión a modo de confesión. Al llegar a la edad
madura, su depresión empeoró. Estaba demasiado preocupado por su éxito, y
comenzó a donar sus posesiones.
Ernest Hemingway
Hemingway es conocido como un
brillante autor ganador del Premio Nobel por la obra El Viejo y el Mar. Él
mismo dijo que sufrió de depresión, trastorno bipolar, que tenía rasgos de la
personalidad límites y narcisistas, y
más tarde sufrió psicosis. En lugar de acercarse a los médicos en busca de
ayuda, Hemingway infamemente se auto medicaba con alcohol. Tuvo varios
comportamientos de alto riesgo, tales como la pesca de altura o esquivando
balas como corresponsal de guerra. Su árbol genealógico estaba poblado con
familiares que sufrían de depresión.
Philip K. Dick
Dick es quizás el más visionario
escritor del siglo pasado. Sus obras se encuentran los clásicos de ciencia
ficción más adaptados en la historia del cine reciente. Películas como Blade
Runner, The Minority Report y Total Recall, son sólo tres de las historias
ingeniosas adaptadas de sus novelas y cuentos que escribió.
Cuando era adolescente, Dick
sufría de vértigo. A medida que crecía, había señales de esquizofrenia, como
alucinaciones visuales y auditivas. Fue hospitalizado, pero de alguna manera se
las arregló para seguir escribiendo. El mismo contó como sintió una vez que
había un rayo de luz de color rosa que se transmitía directamente a su
conciencia.
Franz Kafka
Kafka escribió en un estilo
completamente original de explorar ideas existenciales sobre la vida. El juicio
y La metamorfosis son dos de sus cuentos más conocidos. Kafka era un solitario,
un genio, que sufría de ansiedad social y depresión. Trabajó en la sombra en
una compañía de seguros en Praga, donde se dio cuenta de que la vida estaba
vinculada por la inútil burocracia. Se pensó que su depresión provino
de tener sólo un puñado de sus obras publicadas durante su vida. También sufría
de migrañas e insomnio provocado por el estrés de trabajar tan duro en la
escritura a veces poco reconocida.
Virginia Woolf
La señora Dalloway y Al faro son
dos de las obras más conocidas de Wolf. Ella era propensa a sufrir ataques de
nervios cuando tenía veinte años. Se cree que fueron provocados por el trauma
del abuso sexual que sufrió en su infancia. Después de terminar su última
novela, Wolf cayó gravemente en una depresión. La pérdida de su casa en Londres
durante la Segunda Guerra Mundial, contribuyó a empeorar su salud mental. En
1941, llenó sus bolsillos con piedras, se metió en un río cerca de su casa y se
ahogó.
Sylvia Plath
La muerte era un tema recurrente
en los poemas de Plath. A veces, la muerte significaba “la muerte y el
renacimiento, y a veces ella escribió sobre “la muerte como un fin.” Sus poemas
tienen títulos como Muerto o Cadáver. Plath era conocida entre sus
colegas por significativos cambios de humor, junto con los problemas de control
de impulsos. Cuando aún estaba en la universidad, ella trató de suicidarse
varias veces. En 1963 se suicidó metiendo la cabeza dentro de un horno.
Ezra Pound
T.S. Eliot escribió que Pound era
el poeta más responsable de la revolución del siglo XX en la poesía. Pound fue
un poeta brillante y un abierto crítico de la política estadounidense durante
la Segunda Guerra Mundial. Fue ingresado en un hospital para criminales
dementes, tras ser detenido en 1945 por traición.
Durante su estancia de 13 años,
sufría trastorno de la personalidad narcisista. En otro momento de su vida,
también fue diagnosticado con esquizofrenia.
Edgar Allan Poe
En el año 1849, se encontró al
escritor Edgar Allan Poe, el padre de los cuentos de terror, vagando por las calles vestido con ropas que
no eran suyas. Tras ser ingresado en un hospital mental, murió a los pocos días
de inflamación cerebral, que venía a ser el eufemismo del consumo excesivo de
drogas y alcohol en aquella época.
F. Scott Fitzgerald
El creador de El gran Gatsby
padecía de depresión, y así lo reflejó en sus ensayos publicados en la revista
Esquire, que escribió mientras experimentaba esta enfermedad mental. Textos como
«The Crack-Up», «Handle with Care» y «Putting It Together» reflejan
sentimientos oscuros y de desolación que Fitzgerald vivió en carne propia
mientras escribía que «odiaba la noche y el día», y se refería a sí mismo como un «plato roto».
Hermann Hesse
Niño problemático, tuvo que ir de
escuela en escuela al tiempo que lidiaba con la depresión que le apareció desde
pequeño y lo atacaría de por vida, haciéndose presente como melancolía, llanto
o dolores de cabeza. Tanto miedo llegó a tenerle a esta enfermedad que cuando
murió su mamá no quiso asistir al funeral por temor a que empeoraran sus
episodios depresivos.
Kurt Vonnegut
El autor de Matadero cinco
padeció de enfermedades mentales, aunque no se tiene claro si fue
esquizofrenia, desorden bipolar o trastorno de estrés postraumático, debido a
que fue prisionero durante la Segunda Guerra Mundial. Lo cierto es que en
varias ocasiones tuvo recaídas o episodios. Contaba con una larga historia
familiar de enfermedades mentales que su hijo Mark heredó. En Desayuno de
campeones habla sobre su enfermedad y la duda de no saber si la padece: «I
mouthed the word: schizophrenia. The sound and appearance of the word had
fascinated me for years—I did not and do not know for certain that I have that
disease—I was sick for awhile, though. I am better now».
David Foster Wallace
Se ahorcó el 12 de diciembre de
2008, con 46 años. El narrador y ensayista que poetizó sobre el malestar de un
tiempo donde los medios audiovisuales se han constituido en criterio de realidad,
propiciando la deshumanización y la disgregación social, luchó durante dos
décadas contra una bipolaridad con predominancia de las tendencias depresivas.
Durante mucho tiempo, la fenelzina le mantuvo estable, pero los efectos
secundarios (disquinesias faciales, inhibición sexual, sobrepeso, pérdida de
reflejos) le hicieron abandonar la medicación. Al poco de interrumpir el
tratamiento, la depresión regresó con toda su ferocidad. Se ensayaron nuevos
tratamientos, sin conseguir una remisión. Finalmente, venció la tristeza,
sembrando la consternación entre sus amigos y familiares, que contemplaron su
muerte con una mezcla de estupor, rabia y fatalismo.
Robert Walser
En 1929, Walser entró en la
clínica psiquiátrica de Waldau, en Berna, donde seguiría escribiendo. Dejó de
hacerlo hacia 1933, al ser llevado a la clínica psiquiátrica de Herisau
(Suiza), contra su voluntad. Estará recluido hasta la navidad de 1956, ese 25
de diciembre le encuentran muerto sobre la nieve en los alrededores del manicomio.